Cuando se acercan estas fechas, que no cesan de remover sentimientos, las calles se inundan de personas y personajes. A tropezones avanzan para comprar y comprar, y otros vender y vender.
Los personajes invaden cada lugar de la ciudad con anuncios de "amor y paz". En estas fechas cierro mis ojos y a menudo sueño e imagino:
Tomaría prestado de la tierra un arbusto, "un pinito" desde la raíz hasta su emergente copa, para trasladarlo a un gran macetero hasta mi casa. De inmediato, con el agua de alguna vertiente, bañaría su tronco para que pase el mal rato y no confundirlo por el cambio repentino.
La fragancia del pequeño árbol entrará hasta el último rincón de la casa emanando cuanto recuerdo escondido albergan las paredes, piezas, rincones, rendijas..., pues los Lares son presentes de ¡cuántas historias no contadas!
En la tarde, cuando se sintiera cómodo en su nuevo hogar, colgarán de él pequeños adornos de madera y otros de ilusiones. Nacerían papelillos de infinitos colores desde sus múltiples brazos hasta los pies y, sin lugar a dudas, lo condecoro con minúsculas lucecitas chispeantes, titilantes..., como la sabia de su vida.
Al llegar "la noche buena" las puertas de la casa se abrirán de par en par, con la mesa generosa, la comida tibia y pasteles celestiales.
Debajo del árbol, en una caja de papel de coloridos dibujos será llenado de velas, de varios tamaños, para regalarlos a la familia, la inmensa familia: padres, madres, hijos, hermanos, hermanas, amigos, vecinos...
Al reunirnos con los cirios iluminados cantaríamos y, bailando al ritmo de nuestros anhelos, las copas en mano y los brazos en alto: ¡Brindaríamos! Evocando nuestras voces para cantar esperanzas y ahuyentar tanta injusticia.
miércoles, 28 de enero de 2009
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2 comentarios:
Hola, te invito a leer algunos textos escasos de juicio y moraleja... espero que podamos intercambiar algunas palabras por estas coordenadas.
Un saludo desde la babilónica bogotá.
vine a pedirte te des un tiempo y escribas ...
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