sábado, 4 de septiembre de 2010

DESILUCIÓN

Una vaga desilución,
Una efímera ilusión...,
Mi tarde se vistió del reflejo de las amapolas, dibujando la tierra con sus hojas teñidas de verde ensueño.
Me recosté en la noche..., extensa como ella. Y en la mañana me reconocí como la que recién empieza a descubrir las melodías de los silencios.

Las amapolas siguieron su camino...
La noche despertó en la mañana, y ella abrió mis somnoliencias
¡Supe!
Entonces supe...
que fue una vaga ilusión.

martes, 22 de diciembre de 2009

DE PAPEL.

Como un papel al viento...,
Mis párpados pesan semejantes a dos letanías.
La mañana con su murmullo de cantos nuevos no me alcanza. Me descubro de un color gris...Y no comprendo. Me recojo como si estuviese en el vientre de la madre. He invoco...
El viento me escuchará y, recordaré.
La vida es una magia..., y la existencia un misterio.

miércoles, 28 de enero de 2009

FECHAS NAVIDEÑAS

Cuando se acercan estas fechas, que no cesan de remover sentimientos, las calles se inundan de personas y personajes. A tropezones avanzan para comprar y comprar, y otros vender y vender.

Los personajes invaden cada lugar de la ciudad con anuncios de "amor y paz". En estas fechas cierro mis ojos y a menudo sueño e imagino:

Tomaría prestado de la tierra un arbusto, "un pinito" desde la raíz hasta su emergente copa, para trasladarlo a un gran macetero hasta mi casa. De inmediato, con el agua de alguna vertiente, bañaría su tronco para que pase el mal rato y no confundirlo por el cambio repentino.

La fragancia del pequeño árbol entrará hasta el último rincón de la casa emanando cuanto recuerdo escondido albergan las paredes, piezas, rincones, rendijas..., pues los Lares son presentes de ¡cuántas historias no contadas!

En la tarde, cuando se sintiera cómodo en su nuevo hogar, colgarán de él pequeños adornos de madera y otros de ilusiones. Nacerían papelillos de infinitos colores desde sus múltiples brazos hasta los pies y, sin lugar a dudas, lo condecoro con minúsculas lucecitas chispeantes, titilantes..., como la sabia de su vida.

Al llegar "la noche buena" las puertas de la casa se abrirán de par en par, con la mesa generosa, la comida tibia y pasteles celestiales.

Debajo del árbol, en una caja de papel de coloridos dibujos será llenado de velas, de varios tamaños, para regalarlos a la familia, la inmensa familia: padres, madres, hijos, hermanos, hermanas, amigos, vecinos...

Al reunirnos con los cirios iluminados cantaríamos y, bailando al ritmo de nuestros anhelos, las copas en mano y los brazos en alto: ¡Brindaríamos! Evocando nuestras voces para cantar esperanzas y ahuyentar tanta injusticia.

domingo, 25 de enero de 2009

LA NOCHE DEL EDÉN

Adriana Salcedo Jaramillo


Toda la noche Amanda se dedicó a hurtadillas a cortar flores de todo tipo. El jardín de la vecina poseía cuanta flor existiera. Era casi un lujo detenerse a contemplar aquel maravilloso espectáculo de formas, colores y olores. Como si todo aquel huerto fuese el propio "Edén". Los transeúntes asombrados ante su belleza lo tomaron como un refugio a sus nostalgias. Hasta entrada la tarde se mostraba como un manto sagrado.
Amanda, con sus propios bríos, dueña de su destino, sin reparo ninguno, entró sesgando el cerco con la ayuda de Plutón –su perro- que, sin tregua, la secundó en la aventura de aquella noche. Plutón, de raza labrador, de tierno mirar, y aunque no se crea el canino sonreía…, frunciendo su hocico entero y la cola moviéndola siempre sin reparo, su felicidad era casi humana.
Todo fue planeado con mesura, esperaron a que las casas apagaran sus luces y la cuadra quedara en silencio. Con un balde en la mano y una pequeña pala se encaminaron al llamado Edén. Con las patas traseras el labrador, concentrado en lo suyo, cavó un pequeño hoyo por donde pasarían ambos. La complicidad de esos dos se perfilaba desde la noche anterior.
Amanda se dispuso a dormir y Plutón la siguió derechito a su cama. Motivo suficiente para que los padres de la joven le pusieran un alto. El perro tuvo que salir con el rabo entre las patas y Amanda guardó silencio, se mantuvo indiferente, ese pequeño percance no iba a entorpecer la hazaña para poder llevarle las flores más preciosas a su amado Rafael, que por causa de una discusión no daba señales de vida. La pareja no acostumbraba a separarse más que lo necesario. Las maravillosas flores plantadas en el pequeño patio de la casa de Rafael serían las causantes de un nuevo episodio de amor. Era el pensamiento, como si éste tuviera un solo pálpito en el corazón de Amanda.
Cuando lograron entrar en el paraíso de las flores, ambas sombras se abrazaron antes de iniciar su segunda travesía. Amanda sacaba de raíz cuanta flor dormida encontraba, claro, sin dejar mucho espacio entre cada una. Con su mano delgada tomaba cada planta como si tuviera una joya entre sus largos dedos, Plutón se encargó de revolotear la tierra, los agujeros quedaron tapados. Una vez llenado el balde zigzaguearon el retorno. Salieron por donde mismo entraron, y la destreza de su compañero no dejó rastro alguno.
Al llegar el alba Amanda ya iba rumbo al lecho del amor. La alegría se le adueñó con un reflejo intenso, como si las plantas y ella fueran una. Por más que timbró no hubo respuesta. Después de unos segundos se dio cuenta de que la puerta estaba sin seguro y entró con sigilo derecho al patiecito. Parte de la mañana se la llevó atareada con las flores, devueltas a la tierra. Aquel rincón tomó luz propia. A paso lento se dirigió al dormitorio de Rafael. En su camino encontró papeles, basura, ropa en el suelo. Despertó a su amante con una caricia infinita en su pelo cargado de rizos, no hubo respuesta, su sueño era profundo y quieto. Observándolo por varios minutos, retiró el cabello de su rostro para fundirse en su bello perfil, en cuyas líneas se reencontraba siempre con aquella mirada tan de él y tan ausente a la vez. Tan joven aquel hombre y tan cargado de penurias..., abriendo su dolor como grietas escurridizas.
Amó siempre su pasado huérfano de miradas tibias, de pasares gélidos. Mas Rafael se sostenía digno en su estructura, aunque sus cavidades cargaban un llanto irreparable. Amanda, sin obtener respuesta a sus caricias, sin entender lo evidente: las cajas de los medicamentos utilizados para ahuyentar la depresión del joven ¡estaban completamente vacías!..., como su perfil. El pequeño patio resucitaba como un manto sagrado, mientras que la vida de Rafael tomó un rumbo sin regreso.
Por un largo tiempo..., un eterno tiempo. Amanda y Plutón fueron los dueños de la cuadra del llamado Edén. Cuando la noche era dueña…, las casas apagaban sus luces, y los transeúntes ausentes, la joven y su perro se perdían en las flores dormidas. Sólo ellas entendieron todo el sufrimiento que atrapa los latidos de un alma abatida… ¡Sólo las
flores!

sábado, 24 de enero de 2009

EL CAMBIO


Adriana Salcedo



Nunca esperé que la mudanza llegara tan puntual. De hecho es todo un tema, eso del horario. Los europeos siempre nos critican la impuntualidad, "a los sudacas". Si conocieran los beneficios que traen los horarios flexibles, tal vez, les agradaría. Pero ese no es el tema… Es que esa llamada, y yo apenas despertando, me hizo detestar la puntualidad. De inmediato telefoneé a mis sobrinos, los que debieron salir de la cama en menos de un segundo, ya que eran ellos los que se cambiaban. Me encontraba ya muy despierta y pronta a salir, para realizar el cambio tan esperado.
Cuando llegué al departamento de los dormilones, se me activaron todas las fuerzas físicas para bajar cajas, muebles, cocina… Un quinto piso y sin ascensor, merita un buen estado físico. Observar las caritas de cada uno de ellos, ya muy despiertas, me irradiaban el alma… Era el día esperado desde hace ya un par de años.
Todos, algo aliviados, terminamos con la primera parte del traslado, aún nos quedaba continuar con la mudanza de Juan Carlos, el mayor de mis sobrinos, que por cierto, su departamento quedaba en un quinto piso, la felicidad de ese momento era, ¡el ascensor del edificio!
Las cosas delicadas, frágiles, fueron metidas en mi auto, las arreglé con especial cuidado… Eran de mi madre.
El camión lleno en su totalidad se dirigía a la nueva casa. Cuatro dormitorios, una amplia sala, la cocina bien equipada y tres baños.
Me sentí aliviada y orgullosa, mis sobrinos relajaban su felicidad ordenando sus cosas, en los amplios dormitorios. El trabajo había terminado a ritmo dinámico.
Dormí la mejor siesta desde hace tiempo; mientras recordaba cuán bellos se veían, ellos, los cuatro… En su nueva casa.
David, tan largo y estirado como una espiga, sus ojos chispeantes acusan su corta edad, el bailarín, tiene ahora, un dormitorio para él, después tres años de haber dormido en un sofá- cama en la sala. Daniel, con su sensualidad serena, el músico, podrá tocar su guitarra, con la destreza de un artista en camino, sin molestar a nadie. Andrés, de rostro bello y sonrisa angelical, el estudiante de medicina, y Juan Carlos, el mayor de todos, de ojos tan grandes como la luna llena, el joyero, vive ahora, junto con sus hermanos.
¡Al fin, mis cuatro sobrinos en una misma casa! Unidos y confiados…, derrochando jovialidad por cada rincón del nuevo hogar.

domingo, 18 de enero de 2009

Duo

http://www.youtube.com/watch?v=T2o2dIxno8E